A lo largo de estos años de plegar y
crear, sola, con amigos, con chicos… y de recibir a grandes y chicos en mi taller, un día me encontré llena de origamis.
Yo soy de esas personas que tiene la
firme convicción de que está bueno soltar para dejar espacio a la llegada de
nuevas creaciones.
Hace aproximadamente un año se me
ocurrió cargar cajas con todas esas piezas de origami que andaban escondidas por mi casa,
restaurarlas, escoger las que están en buen estado y las que ya no sirven
tirarlas, y salir a compartirlas con todo aquel que tuviera ganas de
recibirlas. Lo hice en la Plaza Devoto y fue tan genial la experiencia que
quise proponérselo a Juli, Palu, Eva y Mile, mis alumnos del taller de
Little Origamizate Plus, con quien trabajo y me divierto muchísimo.
Previa a la suelta de Origamis con los chicos nos juntamos en el taller
para a revisar las piezas, ponerlas en buen estado, arreglar las que sólo necesitaban algún
nuevo pliegue o boligoma en alguna punta, y descartar las que ya
no tenian solución. Ese momento de arreglar con la intención de brindar lo
mejor a otros, por el simple hecho de obtener su sonrisa, nos lleno
profundamente. Y siento que para ellos, los chicos, es una hermosa forma de
aprender a valorar el intercambio desinteresado.
Lo es para todos.
El sábado 10 fue
la Suelta de Origamis, y puedo decir que fue una
cruzada especial, quizás por la cercanía con el día del
niño... No lo sé… Pero lo cierto es que nos acompañó más gente, entre ellos
hermanos, primos, mamás y papás, y hasta Coco el perro de Juli!. Los chicos arrancaron temerosos pero a los pocos minutos, cuando se animaron a
entregar la primera pieza y vieron que la gente les respondía con asombro y
gratitud, se soltaron y entregaron sus origamis a todo el mundo llenado la Plaza Devoto de
papel y color :)
Mercedes, la mamá de Paloma, me escribió algo que considero necesario abrirles a
ustedes.
Ahí va:
La propuesta me la contó Palu y me
pareció buenísima. Y ahora que la leo, me gusta mucho más. El valor de
restaurar, regalar, darle lugar a cosas nuevas, la entrega "porque
sí", el intercambio "espiritual" con el Otro que permite el
Arte, la valoración de lo que "ya no se usa" como el deshacerse
de lo que no se puede arreglar, la resignificación de que la vida no es una
sucesión de "hechos" descartables, el pensar en poner en condiciones
y no en dar lo que me sobra o está dañado, y juntarse para poner esa energía en
los origamis, todo eso, me parece de las vivencias más nutritivas para el alma.
Destaco tus frases, Dani, cuando decías
" regalarlos a todo aquel que esté dispuesto a recibirlos"
"para luego poder viajar (las piezas) a otras manos con el deseo de
aportar bienestar y sonrisas en otros corazones."
No todos estamos en la misma sintonía
para recibir.. Y hay que "liberar"..
Eso es dar AMOR.
Creo que no tengo mucho más para agregar de este bello evento. Gracias
por leerme, por compartir mi mundo de Origami y las ganas de soltar.
Que tengan una gran semana (y hasta el próximo
martes) :)